No es que aquí no pase nada, sino que los contextos son totalmente opuestos.

Hace unas semanas le dije a alguien: ¡No compres un llavero de “Huichi”, no seas parte de esa mercadotecnia!, y esa persona me contestó: “¿En verdad crees que a los huicholes les molesta lo de la mascota de los panamericanos? Me respondí a mí misma que difícilmente podría importarte algo de lo que no estás enterado. Acá en la Sierra, en donde viven los wixaritari, son muy pocas las personas que saben que en Guadalajara están viviendo una “fiesta panamericana”.

Yo estaba segura de que les importaba mucho, pero no quería conservar la duda y me di a la tarea de descargar y leer para mis alumnos wixaritari de bachillerato, tres notas http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/09/110921_huichi_juegos_panamericanos_an.shtml http://www.lajornadajalisco.com.mx/2011/09/09/index.php?section=cultura&article=010n1cul http://impreso.milenio.com/node/9021098

en donde se mencionaba la indignación del pueblo wixárika ante la mascota “Huichi”, una venada que según la explicación dada por los organizadores de los Juegos Panamericanos http://mascotas.guadalajara2011.org.mx/huichi , representa a la cultura wixárika. Traté de dejarles claro qué son unos juegos panamericanos, los beneficios que de haberse realizado correctamente, podrían haber dejado para la ciudad, el estado e incluso el país, y los problemas que existían en torno a eso.

El gobernador de Jalisco ha mencionado en sus discursos, que “huichi” es la representación de la parte cultural del evento, y también una forma de resaltar al principal grupo indígena que existe en el estado. Hasta ahí, todo se escucharía muy bien, el problema surge cuando uno levanta la colorida tela bajo el discurso oficial, y encuentra la cantidad de incongruencias que existen respecto al tema. ¿Cuál es la relación que el gobernador tiene con los wixaritari? ¿No son acaso el mismo grupo de personas que están luchando en instancias internacionales para exigir al gobierno mexicano no permita que una mina canadiense destruya uno de sus sitios sagrados
http://venadomestizo.blogspot.com/ ?

¿La mascota “huichi” defiende eso? Algunos me dirán que se trata de un evento deportivo y que no habría por qué mezclar los temas; seguro serían las mismas personas que felizmente han comprado uno de los muchos artículos conmemorativos que se venden con la imagen de la venada.

¿Qué gana los wixaritari con eso? Absolutamente nada. Si realmente se hubiera trabajado para construir un plan de difusión, con su opinión y consideración, quizá podríamos hablar de un escenario totalmente diferente. Me quedo con la frase que ha circulado últimamente en internet: ¿qué pasaría si se hubiera utilizado la imagen de la virgen de Zapopan como mascota? ¿No es también un símbolo para muchos jaliscienses? ¿No es también una imagen sagrada? Ah claro, ¿cómo se me ocurre algo así? Estamos hablando de un estado en el que la iglesia manda más que el gobierno, a su manera y conveniencia.

Las respuestas que los alumnos me dieron fueron muy variadas: algunos consideraron como una falta de respeto, el hecho de utilizar con fines comerciales, una imagen que en su creencia representa un símbolo sagrado; otros, se mostraron enojados porque aseguraban que podían haberla usado, pero con un permiso previo y si a cambio se hubieran conseguido cosas para ellos (poner atención en el caso de la mina en Wirikuta, algún apoyo económico o la difusión de las artesanías que realizan); algunos más me decían que les parecía emocionante que deportistas y gente de otros países pudiera conocerlos, pero que la verdad ninguno de ellos iba a asistir a las competencias, que deberían hacerlos invitados. Escuché todos sus comentarios y traté de aclarar sus dudas, dejé que ellos me dijeran lo que se les ocurría, que pensaran, que se cuestionaran y reflexionaran qué creían de eso. Pero lo hice una vez que se los había explicado, no saqué conclusiones antes, ni de por hecho que no les molestaría; como sí lo hicieron los que votaron, diseñaron y decidieron que “huichi” sería una mascota.

Este es un tema que en lo personal que me ha dado mucho en qué pensar, conozco a personas inteligentes que defienden los Panamericanos y a otros que los critican, en ambos lados con fundamentos, experiencias y explicaciones. Yo tengo mi opinión propia, pero esta vez quería saber qué opinaban los jóvenes herederos de esa cultura en la que el venado es sagrado. La respuesta que más me impactó y quizá aquella que me hizo pensar más fue la de Santos: “¿Pero por qué tendrían que pedirnos permiso a nosotros para usar el venado? Si no es nuestro, creemos que es sagrado, pero no es de nosotros”.

Me quedé pensando en ese sentido de propiedad bajo el que nos movemos diariamente. Aquello en lo que creemos es nuestro, vamos todos los días señalando lo que nos pertenece: “mi amigo, mi religión, mi familia, mi país, mis cosas”. En lo que él me respondió, encontré un grado de libertad enorme, que muchos desearían tener por lo menos un poco. Quizá su contexto de vida todavía no le permita entender situaciones como esta, la lucha de intereses, la justicia, la igualdad, el respeto; y creo que gran parte de esta interpretación se debe a que a su alrededor las cosas todavía no se manejan así, como lucha por sobrevivir. Él tiene muchas cosas por qué preocuparse antes de pensar en uno juegos panamericanos, esos que no sabía ni en qué consistían. Yo les preguntaba ¿qué ganaban? Y el me hizo ver que no buscaban ganar algo de un tema que desconocen y que les resulta lejano.

Hay muchas personas que ignorarán todo lo que hay detrás y se quedarán con la imagen de que en Jalisco hay una relación estrecha y positiva con los indígenas wixárika, porque así lo dice el gobernador, y porque hay una venadita rosa como mascota. Algunos podrían decir que si no lo saben, entonces no les molesta. Así se alimenta la cadena de desinformación y búsqueda de ventajas a partir de eso.


Ver esa imagen de “Huichi” en una lata de pepsi que llega hasta la sierra, a muchos les resulta totalmente indiferente.

“Basta de violencia”, “Ni un muerto más”, “No más sangre”, “Estamos hasta la madre”


La pluralidad de las frases va de la mano de la situaciones que cada persona ha vivido en relación con la delincuencia, “la guerra contra el narco”, el crimen organizado o el nombre que usted quiera darle pero que en conjunto, tienen al país en la situación que hoy está.

La marcha nacional que hoy tuvo como una de sus motivaciones (entre muchas otras) el asesinato del hijo del escritor y poeta Javier Sicilia, convocó este día a miles en distintas ciudades del país. ¿Coincidencia? No, realidades que unen a la gente con un mismo objetivo: conseguir paz en el país, más allá de las connotaciones acostumbradas a la palabra.

Entonces surge mi pregunta: ¿Qué sigue? Se logró demostrar que somos muchos los que ya no soportamos la situación, pero ¿qué más? ¿No es este el momento de proponer y actuar?

Si son 40 mil muertos, menos o más, tristemente nos hemos permitido hablar de ellos como si fueran cifras, cuando en realidad hablamos de personas, con derecho a vivir como cualquier otro.

¿Merecerían mejor morir los delincuentes insensibles que sin problema toman un arma y disparan contra otra persona? Porque recuerde usted que además de un mal gobierno, tenemos malas personas que bajo su pretexto favorito matan sin ningún problema. ¿Deberían ser los sacrificados los políticos inútiles, oportunistas y mentirosos que viven a costa de los ciudadanos a los que hace mucho tiempo dejaron de servir? No. La cosa es que nadie debería morir, porque no hay justificación válida para que alguien pierda la vida, porque nadie merece que le roben la vida.

Aquellos que hoy se encuentran con el poder para destruir un país, también tienen un contexto de vida que los llevó a este punto, y con eso no quiero decir que debe justificarse lo que hacen; muy a pesar de las circunstancias que los convirtieron en los sanguinarios que ahora son, también tuvieron la posibilidad de no seguir con el patrón de vida que tenían, pudieron elegir llevar una vida distinta, pensar menos en ellos y más en los que resultan perjudicados. Y sin embargo no les importa pensar en nada más que en sus beneficios.

Lo anterior resultaría deprimente y habría que resignarse si fueran seres de otro planeta, con capacidades extraordinarias que nadie pudiera derrotar, pero sus fuertes son dos principales elementos: armas y poder. ¿Es eso indestructible? ¿Quién puso a los poderosos en el poder? Los ciudadanos, de alguna u otra manera, a lo largo de los años, lo permitimos.

¿Alguna vez le han robado algo? ¿Algún familiar o conocido ha muerto a causa de la delincuencia y/o “guerra”? ¿Lo han asaltado, estafado, perseguido o intimidado? Esos “daños colaterales” que tan normales le parecen a los altos mandos del país los sentimos todos, de muchas maneras están a diario en nuestras vidas.


Pero sabe qué? El problema no inició cuando se declaró la “guerra”, nuestro problema tiene decenas de años engordando en aparente silencio, y digo en silencio aparente porque el que no nos enteremos de lo que se vive en lugares remotos del país no quiere decir que no están ocurriendo.

Si nos ponemos a rascar al fondo de la situación, llegaríamos a muchas conclusiones que nos dicen que los males actuales vienen desde dentro, en lo personal topo en dos grandes cuestiones: educación y cultura. Así es, esos grandes problemas que nos destruyen generación a generación.

A usted o alguien que conozca: ¿Ha perdido algún puesto o lugar a causa de que alguien “acomodó” a otra persona que no merecía estar ahí? ¿Le han mentido? ¿Se han aprovechado de usted por ignorar algo? ¿Lo han discriminado? ¿Lo han insultado por ser diferente en cualquier sentido? ¿Lo han privado de derechos y oportunidades?

Ahora pregúntese a la inversa, ¿Cuántas veces ha hecho directa o indirectamente alguna de las situaciones anteriores? Muchas, ninguna, nunca, sólo usted lo sabe. Pero sólo usted puede hacer que eso cambie o siga siendo así. Me he topado con desesperantes frases:
“De qué sirve que uno haga algo si los políticos son los mismos”
“¿Uno qué puede hacer si nadie le hace caso?
“¿A poco crees que con que uno cambie va a cambiar el país?
“Esos activistas no sirven de nada”
“El país se va a ir a la chingada le hagan como le hagan”

Y entonces me pregunto ¿De verdad podemos permitir que el país se vaya a la chingada?

Aclaro: esto no es fácil y depende de la actitud que cada quien tome, porque opciones, hay muchas. Tengo 22 años, desde que recuerdo, mi familia y los que me rodean se han quejado de algo, a veces más y a veces menos, pero siempre hay algo de qué quejarse. Siempre hay algo que no está bien y no siempre hay quién busque la solución. Yo tengo la opción de irme a estudiar a otro país, con esa esperanza ciega de que aquí no se puede, de que el reconocimiento me lo dará una famosa institución internacional, quedarme allá con todos los conocimientos que adquiera y “vivir bien”; también puedo regresar y poner en práctica lo aprendido o quedarme y trabajar para aportar algo a mi gente, demostrar que aquí sí se puede.

Tengo la opción de una noche sabrosa en la que además de disfrutar, quede embarazada y traiga al mundo un hijo no planeado, o también puedo cuidarme, informarme y esperar a tener las condiciones para darle a ese niño lo que necesite.

Tengo la opción de decir que vivo en un rancho donde no me entero de lo que pasa alrededor, aunque mis animales se mueran por no tener qué comer y mis hijos no aspiren a nada más que casarse y tener hijos si son niñas, o irse a trabajar al norte si son varones; también puedo justificar que se dediquen a matar a otras personas a cambio de dinero, porque no tuvieron la oportunidad de hacer algo más de su vida. O también puedo, con mis recursos, enseñar lo que sé a mis hijos, educarlos, hacerlos responsables y enseñarlos a trabajar honradamente, contra las dificultades, hacerlos fuertes y apoyarlos para que salgan adelante.


En cada caso hay muchos caminos, variantes, cada quien toma el que decida. Que hay excepciones, sí, por desgracia todavía existe la opresión, y existe también la falta de educación, el desconocimiento, la ausencia de valores y de cultura. Que esto no se acaba de un día a otro, también es cierto, porque se trata de educar a generaciones enteras, y eso no es fácil, pero si no se inicia en algún momento difícilmente podrá cambiar en el futuro.

Si usted sigue creyendo que no está en sus manos la solución, y que no le afecta tanto, sea un poco menos egoísta y más sincero, dese cuenta que le afecta y mucho, porque vive en el mismo país que el muerto de hace unas horas, que el indigente de la avenida, el niño sin padres y el campesino al que le robaron sus tierras, además de todos aquellos que usted ni se imagina pero que la están pasando muy mal; piense que en cualquier momento la vida le puede dar la vuelta y ser usted el que termine de matón por 5 mil pesos.

Y con esto no me limito a una cómoda postura optimista en la que nos tomemos de las manos para cantarle a la vida, creo en que la situación debe cambiar, porque hay miles de personas con capacidad de sobra para lograrlo, que más que hablar, actúan; sí nos debemos tomar de las manos pero en acciones diarias, sería bueno que cada uno asumamos la parte de responsabilidad que como sociedad nos corresponde, porque el problema no se limita a un ámbito, son muchos.

Opciones las hay, soluciones habrá cuando se actúe responsable, informada y justamente, desde lo más básico, desde su casa y su familia, y si cree que eso es cuestión del gobierno y no de los ciudadanos, pues lamento decirle que está perdido y además es incongruente, no puede sentarse a esperar que alguien en quien no cree y no confía, le resuelva su vida. Educar debemos hacerlo todos, empezar por educarnos a nosotros mismos.